Leyendo al entrenador de voleyplaya australiano Tritan Boyd nos encontramos con una interesante comparación entre el ataque en voleyplaya y jugar a «piedra, papel o tijera». Aunque, a priori, puede sonar bastante raro, su reflexión resulta muy interesante.
Cuando los niños aprenden a jugar a piedra, papel o tijera, suelen repetir la misma acción hasta que se ven en la necesidad de aprender otra como consecuencia de la respuesta de su oponente. Si hacemos un paralelismo con el voley playa, podemos observar que, durante las fases de iniciación, el jugador tiende a realizar siempre el mismo tipo de acciones en el ataque; aquellas que primero se han aprendido, utilizándolas una y otra vez hasta que llega un momento en que nos damos cuenta que no es suficiente para vencer al rival y es necesario buscar una nueva opción.
Evidentemente, esta reacción no tiene lugar en un momento puntual, como puede ser un partido, sino que tendrá lugar de manera progresiva, a medida que el deportista va enfrentándose a rivales más fuertes y elevando su nivel técnico. Aquellas acciones que, por sí solas, eran suficientes en una determinada etapa (como puede ser un ataque duro hacia la diagonal o un mismo toque en cierta dirección) dejan de ser suficientes y pasan a convertirse en una «lucha» atacante contra defensor que tiene mucho de psicológico, mucho de estudio del oponente y, en el caso del defensor, derroche de agresividad y actitud defensiva unida a una buena técnica y posición.
Como indica Tritan Boyd: «La confrontación defensor-atacante cuando estamos empezando a descubrir los roles y las necesidades de un partido es, tal como pasa con el piedra, papel o tijera, una lucha psicológica donde cada factor puede influir. En ambos, el juego y el deporte, tenemos diferentes opciones que podemos usar para ganar, pero que no aprenderemos hasta que tengamos un conocimiento más desarrollado del juego. El contacto visual, desarrollar una táctica y meterse en la mente del rival es parte del juego y te ayudará a tener éxito en la acción. Cuando ambos jugadores empiezan a pensar la victoria durante la acción estará a un 50% de posibilidades, es entonces cuando un movimiento antes de tiempo, una señal que indique lo que vas a hacer o una rutina hará que pierdas el punto».
De ahí que estudiar al contrario y tener en cuenta las diferentes posibilidades adquiera tanta importancia. Observar el brazo del oponente, seguir su mirada en el momento de despegar del suelo, la trayectoria de la colocación, conocer los mejores golpes y en qué momento son utilizados, etc. ofrecen información muy relevante al defensor. De la misma manera, el defensor también debe evitar dar «pistas» al atacante, comenzando la acción siempre con el mismo protocolo (posición neutra) aunque la táctica a seguir ya esté predefinida, en coordinación con el bloqueador, para llevar a cabo un plan de acción con mayores posibilidades de éxito, esperando hasta el último momento para limitar al máximo las opciones de puntuar del rival.
Los amagos puede ayudar a crear falsos preíndices e incluso a conducir al atacante a cometer un error o enviar el balón hacia el defensor. Sin embargo, escoger una zona del campo, de manera aleatoria suele ser poco efectivo si no se realiza en base a unos criterios tácticos y estratégicos.
En el desarrollo de un partido, el defensor puede optar por cualquiera de estas opciones frente a un atacante. De todas formas, utilizar una u otra de forma recurrente puede provocar que el contrario acabe por darse cuenta y las posibilidades de éxito se reduzcan.
Estudiando distintas competiciones de diferentes niveles es posible observar que muchos equipos juegan a lo que nosotros llamamos «la regla del 50%» que no es otra cosa que decidir antes de comenzar la jugada hacia donde van a ir a defender, siendo las opciones más habituales correr hacia la diagonal corta o hacia la línea frente a equipos que sólo van a «tocar» y no a rematar. Evidentemente, a veces se acierta; pero si se estudiaran el número de balones que en realidad se consiguen contraatacar, se darían cuenta de que son pocos o de que son menos de los que deberían.
De ahí que el voley playa actual de alto nivel, como pasa desde hace tiempo en la pista, se base mucho en las estadísticas y el análisis del contrario. El estudio del rival y su sistema de juego se muestra fundamental para alcanzar el máximo rendimiento, pues los jugadores tienden a realizar una acción determinada con más frecuencia que otras, siendo aún más claro el ejemplo cuando los partidos se encuentran en su fase final o nos encontremos en momentos de tensión.