Hola a todos de nuevo. Este último mes hemos tenido muy abandonado el blog. No ha sido por falta de ganas o de ideas, sino debido a los diferentes compromisos con nuestros equipos. En Islandia, como casi en todas las competiciones en Europa, nos encontramos en la culminación de la temporada y eso implica horas y horas analizando vídeos, preparando entrenamientos y viajando hacia los respectivos partidos.
En el último mes acumulamos las semifinales de los Play off, la Final Four de la Copa y el Campeonato de Islandia sub 17 y sub 19. Todo ello culminado con la segunda ronda del Europeo sub17, que esta vez nos desplazaba hasta Bulgaria en una complicada ronda donde nuestro principal objetivo era sumar experiencia en nuestras mochilas.
Con respecto al club se cumplieron los objetivos. Clasificados para seminales desde hacía un tiempo como terceros de liga no fuimos capaces de llegar en nuestro mejor momento debido a inoportunas lesiones. Perdimos en semifinales, no pudiendo dar la sorpresa ante un equipo individualmente más potente que el nuestro. En la Copa perdimos las semifinales ante el mismo equipo, favorito y a la postre campeón del torneo. Y, por último, con los jóvenes dimos el toque positivo a la temporada, pues conseguimos alzarnos con la medalla de oro en todas las categorías.









Tras la Copa comenzábamos la preparación para la segunda ronda del Campeonato de Europa U17. Los campeones de esta ronda y el mejor segundo de todos los grupos lograrían la clasificación para la final en Turquía, donde se juntarán los mejores doce equipos de jugadores de 2001 y 2002 de toda Europa. Nuestro objetivo en la competición no era otra que adquirir experiencia, ver el nivel al que se encuentran las otras naciones europeas y disfrutar de esta oportunidad en todas sus facetas.
Tras un viaje que fue una Odisea, el miércoles noche llegábamos a Sofia para al día siguiente comenzar la competición y enfrentarnos al equipo de Rumanía, el viernes contra Bulgaria y el sábado contra Estonia.
Para nosotros el resultado era lo de menos, éramos realistas que lo normal era perder cada partido sin acercarnos a ganar ningún set y nuestro objetivo era el luchar cada balón como si fuéramos empatados en todos momento. Cada ataque, defensa, bloqueo o saque directo debía ser celebrado como una victoria y así fue en cada punto, demostrando a nuestros rivales que a pesar de ser inferiores nunca nos íbamos a dar por vencidos.
Ante este tipo de desniveles es normal que a veces los ánimos y la frustración hagan mella en algunos jugadores, haciéndolos venirse abajo. Sin embargo, siempre hubo otros que entraron a la pista con la motivación intacta y ganas de hacerlo bien, desarrollando de una manera formidable la definición de equipo.
Al final una experiencia más en la maleta de viaje para una selección de un país con apenas 350.000 habitantes en donde cada minuto de entrenamiento o partido cuenta más del doble que para el resto y donde se demuestra que la motivación y las ganas de trabajar son la base para dar ese salto de calidad que te asemeja a las mejores selecciones.








Como dijo James Baldwin: Por encima del talento están los valores comunes: disciplina, amor, buena suerte, pero, sobre todo, tenacidad.