Ya hablamos en un post anterior sobre la bases fundamentales que debemos enseñar a nuestros jugadores a la hora de iniciarnos a la defensa en el vóley playa.
A modo de resumen os recordaremos ciertos aspectos que consideramos fundamentales para la efectividad de nuestras acciones defensivas. Además, os expondremos las dos situaciones que de manera habitual nos encontraremos durante el juego y que hay que tener en cuenta para la defensa.

Para empezar, es importante mencionar que tanto en voleibol como en vóley playa existe un claro desequilibrio entre el ataque y la defensa; las múltiples opciones de ataque de los jugadores rivales, y el tamaño de la superficie de juego a defender, son demasiadas variables contra tan sólo dos jugadores. Ante esta situación, el equipo capaz de realizar una táctica con un mayor porcentaje de acierto en acciones defensivas será el claro vencedor del choque.
La defensa la componen acciones complejas basadas en la velocidad de reacción y de desplazamiento de los jugadores, anticipaciones e interpretación del juego y, sobre todo, posicionamiento y actitud. Sin embargo, por mucho que un jugador derroche calidad en estos aspectos poco podrá hacer sin una buena base técnica que permita el control del balón durante la defensa.
La defensa empieza con la posición inicial, es decir, la zona de partida de los jugadores en defensa antes de que el rival realice su ataque. Esta posición no debe dar pistas de nuestro sistema defensivo, pues nuestros rivales podrían vernos (post visualización), de ahí que buscamos una posición neutra hasta el momento en que se realiza la colocación rival, que es cuando los defensores podrán desplazarse a sus posiciones finales.
Pasamos entonces a la posición de espera; en nuestro caso enseñamos al jugador a colocarse con el peso corporal hacia delante, las manos ligeramente fuera del cuerpo, las articulaciones ligeramente flexionadas y orientado con respecto al atacante. Esta posición es de vital importancia a la hora de la reacción, el inicio de un desplazamiento y la efectividad de la defensa.
Por último, tenemos que tener muy en cuenta que, en general, vamos a encontrarnos con dos tipos de acciones defensivas: las defensas ante ataques contundentes y las defensas ante golpeos controlados.
La defensa del primero se basa en una buena posición del cuerpo, orientado hacia el atacante, que permita amortiguar y controlar el balón. El jugador se debe situar fuera de la sombra del bloqueo para defender el ataque contundente, pues si se sitúa tras el bloqueo o intenta defender un ataque durante un desplazamiento, lo normal es que se pierda efectividad y control en la defensa.

El segundo tipo de defensa, ante golpeos controlados, implica un desplazamiento y consta de cuatro fases: la lectura del golpeo con la rápida reacción del defensor, el desplazamiento hacia el balón, preparación para el contacto y el golpeo del mismo. Nuestro objetivo es realizar el contacto en una posición los más estable posible, con dos manos mejor que con una y realizando caídas sólo en caso necesario para poder incorporarnos rápidamente al juego.

Para trabajar esta teoría durante nuestros entrenamientos os ofrecemos un sencillo ejercicio para aprender a amortiguar el balón que proviene de un ataque y para iniciarnos en los desplazamientos. En nuestro ejemplo situaremos a un jugador en defensa, un entrenador o compañero realizando ataques sobre el mismo desde la diagonal y, a continuación, un lanzamiento, simulando un toque, hacia la línea. Recordad que debe ser trabajado en ambas diagonales y, como variante, podéis realizar lanzamientos sobre la diagonal corta en lugar de sobre la linea.
Esperamos que os gustara la entrada y que a pesar de las circunstancias actuales podáis seguir disfrutando del deporte que más nos gusta.
¡Un saludo a todos!