Como ya hemos visto anteriormente, el desarrollo de la propiocepción presenta una serie de beneficios para la actividad deportiva en la mejora de la coordinación y el control corporal. Sin embargo, uno de los aspectos más importantes en el deporte actualmente está relacionado con la prevención y recuperación de lesiones.
La propiocepción en la prevención y recuperación de lesiones
Aunque el sistema propioceptivo ofrece una respuesta automática ante diferentes situaciones, existe la posibilidad de un fallo en la respuesta. En algunos casos, esto se produce por una “agresión” demasiado brusca o intensa (una torcedura en una caída tras un salto), o porque nuestro sistema no está alerta en ese determinado momento.
Hay algunos factores que pueden influir en un funcionamiento deficiente del sistema propioceptivo, como el cansancio, la temperatura, la utilización de algunos elementos de protección externos (tobilleras, estabilizadores, rodilleras, etc.), que engañan al cerebro simulando una situación de protección falsa, que limitan la capacidad de los receptores propioceptivos para responder ante una agresión.
Por otra parte, una vez que la lesión se ha producido, dichos receptores pueden resultar dañados, lo que reduce la capacidad de respuesta del sistema propioceptivo. Por esta razón, en la recuperación de lesiones, también es fundamental realizar un trabajo de recuperación de los receptores, para reducir las posibilidades de volver a sufrir una lesión similar.
Prevención antes que recuperación
Aunque sabemos que existen ciertas lesiones que dependen de acciones fortuitas e impredecibles (en voleibol las lesiones de tobillo o rodilla tras un salto son muy frecuentes), podemos mejorar la capacidad del cuerpo para reaccionar ante dichas circunstancias, de manera que reduzcamos las posibilidades de sufrir un daño grave.
El trabajo propioceptivo debe permitir mejorar la anticipación a la posible situación lesiva, así como ofrecer una respuesta rápida y eficaz ante la misma. Mediante el entrenamiento, podemos mecanizar movimientos de reacción ante situaciones de riesgo, de manera que el cuerpo esté preparado para actuar en un periodo de tiempo lo más reducido posible.
Es importante entender que la propiocepción no elimina del todo el riesgo de lesión, pues ciertas acciones tienen lugar de manera muy brusca e inesperada, y el cuerpo no siempre tiene la capacidad para reaccionar con suficiente velocidad. Sin embargo, el objetivo es minimizar las posibilidades de sufrir daños en otro tipo de situaciones que se pueden dar durante el juego.
Propiocepción para la recuperación de una lesión
Como hemos dicho anteriormente, al sufrir una lesión, además de dañarse los diferentes tejidos de la zona lesionada, también se pueden dañar los receptores propioceptivos de dicha área. La consecuencia de ésto es un aumento de la vulnerabilidad de dicha zona a sufrir nuevas lesiones.
Por poner un ejemplo, cuando un jugador de voleibol sufre un esguince de tobillo, generalmente, cuando vuelve a comenzar a entrenar, dicho tobillo va mostrar una mayor inestabilidad articular. La sensación del deportista será la de que no tiene control suficiente sobre el mismo y que en cualquier acción podría volver a sufrir una nueva lesión. Esto ocurre, como hemos dicho, por el daño que han sufrido los receptores propioceptivos. Por esta razón, el trabajo de recuperación tras una lesión, debe incluir un trabajo de desarrollo de la propiocepción, que permita reducir la inestabilidad de la zona, disminuyendo la inestabilidad funcional y mejorando el control postural.
Trabajo propioceptivo desde la base
La propiocepción, como ya hemos hablado, es un trabajo que ofrece beneficios en diferentes áreas. Por esta razón, debe formar parte del entrenamiento si queremos desarrollar correctamente a nuestros deportistas.
Los jugadores más jóvenes tienen una mayor capacidad de aprendizaje que se traducirá en un mejor rendimiento posterior. Por lo tanto, es fundamental prestarle atención en todas las etapas del entrenamiento.
En el segundo post sobre propiocepción expusimos algunos ejercicios básicos con balones de voleibol para desarrollar este aspecto, pero las opciones son mucho más amplias.
Los ejercicios que os vamos a proponer a continuación, además de tener una utilidad directa en las zonas de mayor incidencia lesiva en voleibol, como son los tobillos y las rodillas, resultan interesantes y se pueden realizar con jugadores de diferentes edades. Estos ejercicios se pueden realizar de manera independiente, pero también se pueden integrar como parte del calentamiento, que es la opción más frecuente. El material con el que vamos a trabajar son colchonetas quitamiedos, que por su mayor grosor ofrecen una menor estabilidad. Aquí os dejamos con varios ejercicios que se pueden realizar: