Seguro que muchos habréis oído hablar de la propiocepción. Es un aspecto al que, en la actualidad, se da mucha importancia dentro del entrenamiento, sobre todo en lo relativo a la prevención y recuperación de lesiones. Sin embargo, este concepto es más amplio y su aplicación abarca más campos fundamentales para un deportista. Desde el punto de vista del entrenador, es importante conocer bien todas las posibilidades que existen y cómo aprovecharlas. De esta manera, se puede lograr un mejor y más completo desarrollo de los jugadores.
Por esta razón, hemos pensado en escribir una serie de entradas sobre este tema tan interesante, enseñando también algunos ejemplos de ejercicios para desarrollarla. Pero, en primer lugar, debemos responder a una pregunta obvia:
¿Qué es la propiocepción?
Al hablar de propiocepción nos referimos capacidad que tiene el cuerpo para detectar los movimientos y la posición de cada uno de sus segmentos, identificándolos dentro de un espacio.
De la misma manera que los diferentes sentidos (vista, oído, olfato, etc.) envían información al cerebro, el sistema propioceptivo -a través de sus receptores en músculos, articulaciones, tendones, etc.-, también envía estos mensajes al cerebro. La diferencia entre ambos es que, mientras los sentidos envían información sobre el exterior del cuerpo, el sistema propioceptivo, envía información de lo que ocurre en su interior. Esta información permite conocer en qué posición se encuentra cada parte de nuestro cuerpo y planificar y ejecutar los movimientos de manera eficaz, corrigiendo y adaptando la posición y la postura de manera automática.
De una manera sencilla, podríamos decir que la propiocepción es la “consciencia de nuestro propio cuerpo y su posición”.
Aunque pueda parecer algo bastante simple, ser consciente de los movimientos o posición las distintas partes del cuerpo es más complejo de lo que pueda parecer. En primer lugar, tenemos que darnos cuenta de que, generalmente, tenemos referencias que nos aportan los demás sentidos, especialmente la vista y el equilibrio, pero… ¿qué ocurre cuando, por ejemplo, no podemos ver?
Tratar de realizar un movimiento con precisión resulta mucho más complejo si no tenemos una referencia visual que nos de una información sobre la acción que estamos realizando.
Probemos un ejercicio sencillo: Comencemos con el dedo índice de una mano tocando uno a uno los dedos de la mano contraria. Fácil, ¿verdad?. Ahora probemos nuevamente pero con los ojos cerrados. ¿A que ya no resulta tan sencillo? La razón es que en este último caso, estamos basándonos en nuestro sistema propioceptivo, sin referencias visuales que nos ayuden a corregir el movimiento.
A través del entrenamiento podemos mejorar el funcionamiento de nuestro sistema propiceptivo y mejorar el control corporal. En la próxima entrada, profundizaremos la importancia de la propiocepción y sobre la relación con el voleibol y veremos algunos ejemplos de cómo aplicarla en el entrenamiento.
Hola! quisiera saber de que bibliografia tomaron el dato de que la propiocepcion es 10% vista, 20% equilibrio y 70 % propiocepcion. Muchas gracias
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no
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